jueves, 24 de septiembre de 2015

¿Quien es Juan Bimba?

Juan Bimba
Es el hombre del pueblo de Venezuela
Se llama Pedro Ruiz
Juan Álvarez,
Natividad Rojas,
Pero se llama Juan Bimba.

Es buena persona;
Puede matar pero no roba nunca.
Su malicia no es mala,
Nace del mal que le han hecho
Y por eso Juan Bimba lo dice todo a medias,
Les echa media mirada a las cosas, se masca su tabaco y su verdad y traga.

Su bellaquería
Le asoma a esa mirada que es todo él,
Esa mirada candorosa,
Y con su punto de burla,
Y su punto de susto,
Y su punto de bobería,
Y su punto de desolación
Y su punto de amenaza.

Su alegría está reglamentada
Como el tráfico
Y cuando ríe de un todo
Es con permiso del gobierno.

Tenía veinte caballos;
La Revolución le llevó diez;
Para perseguirla,
El Gobierno se llevó los otros diez;
Y cuando no tuvo nada
Se lo llevaron a él.

Pelea por un hombre a quien no ha visto nunca;
Tiene fiebre,
Hambre,
Cansancio,
Y no sabe llorar.

Cuando llega a Comisario
Se quita el nombre de Juan Bimba
Y va tomando grados
Hasta la honradez de General.

Va por las calles y los campos
En una tierra enferma de heroísmo,
Viendo estatuas,
Saludando con su media sonrisa
A los generales de bronce,
A los coroneles de mármol.

Tiene una vaga idea
De Independencia y Federación;
Ama a Páez, sin saber por qué
-acaso subconciencia de afinidad-; 
ama a Bolívar
con vago temor de no reconocerlo;
ama al extranjero;
no es fanático, -tanto le llega
de Dios como de la Federación-;
 tienen madera para pueblo grande,
sufre, en color de pueblo el cloasma del jefe.

Y en su honrada mano
La bandería es un vitíligo.

Sin embargo, no odia más que al Jefe Civil.
Le hemos dicho que él es el dueño de esta tierra
Y dicen que no le hablen de política.
Se va acercando al libro y le acaricia el lomo,
Como si temiera espantar un caballo.

Un día lo embridará; ese día
Lo saludarán las estatuas.

2000: Juan Bimba y su primo Juan Shonfeld
van al campo.
Ríen alto; en el fondo de su risa
Van a buscar los hombres la llave de las tierras.
Vienen del gran rodeo; bajo sus largas sogas
ha caído el rebaño de caballos de bronce.



Andres Eloy Blanco
Baederker 2000

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